BRICOLAGE
En los ocho años que vivimos en comunidad en las montañas aprendimos muchas cosas, pero la que más importante acaso fue entender que todo se repite, ya que ésa es la clave para viajar en el tiempo. Fue suficiente con recordar, cada día a la misma hora, la etapa anterior de nuestras vidas, cuando habitábamos en las urbes. Ahora que otra vez nos encontramos en la ciudad, nos basta con ubicarnos cada uno en el lugar que había recordado con vivacidad cuando vivía en los cerros, y entonces nuestra atención se transporta en el acto a cualquiera de esos días felices que vivimos en comunidad.
Allí, entre las ubres de las vacas aprendimos a establecer un formidable mecanismo social con el que progresamos y nos desarrollamos culturalmente durante varios años. Con los montes y los cerros aprendimos también que el agua y cada una de las divinidades que nos conforman se entrelazan por entre todos los niveles de la existencia, desde el celular hasta el geográfico y mucho más allá. Ahora ya no estamos circunscriptos a ningún lugar porque empezamos a tomar el control de nuestras mentes: sólo se trataba de aprender a moverse por detrás de ellas, donde están las emociones. Ahora el tiempo ya no es un obstáculo, y por ende nunca lo fue.
El editor de los martes y los jueves
martes, enero 10
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1 comentario:
El tiempo como medio para la realización de lo posible.
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