miércoles, julio 5

Yo y el parquet

ANATOMIA

Si mi cuerpo es mío entonces yo no soy mi cuerpo, al menos no puedo serlo dentro de los confines de la lógica, ya que no se puede ser lo que se posee. Si pese a estas limitaciones yo aun quisiera hacer de cuenta que yo soy mi cuerpo, tendría que admitir al menos la posibilidad de que yo sea, por extensión, también mi auto, mi casa y el planeta entero, incluyendo a todos los seres que lo habitan, y así la lógica nos lleva directamente al cosmos.

Pero como yo soy muy concreto, me busco con diligencia y no tardo en encontrarme en un lugar concreto, aproximadamente en el medio de mi cabeza. Parezco ser un punto, ni materia ni energía, un centro de voluntad ligado a una pequeña parte de mi cerebro, una corriente que capta parte de lo que ocurre ahí y que influye en otra parte.

Me daba cuenta de esto mientras observaba fijamente un punto en el parquet, y de repente en un instante ya no supe si yo era el que miraba o bien aquello que miraba, otra vez muy zen, muy oriental, pero yo soy racional, yo vivo en occidente y en mi hemisferio izquierdo, aunque el derecho sin embargo aumenta su actividad y se equipara con el otro, y entonces descubro que he dejado de tener control sobre mi mente: mi cuerpo queda estático, inmóvil en algún lugar en un planeta pero yo ya no estoy ahí, y en cambio puedo sentir que mi cuerpo es un parquet, con un sistema nervioso y una libertad de movimientos prácticamente inexistentes. Mi cuerpo parece haberse cristalizado alguna vez, hasta me parece sentir el recuerdo de cuando había sido un tierno tallo, sin embargo ahora siento las uniones con el resto de la casa, así como el pesado giro del planeta que me empuja constantemente hacia el este.

Creo sentir terror de no poder volver a mi cuerpo pero veo que el terror no está en mí sino que se expresa en forma eléctrica en aquel cerebro y que se enrieda en ese sistema cardiovascular, pero yo ya no estoy ahí, yo ahora soy el parquet y me pregunto qué futuro me espera, o cuánto tiempo me llevará aprender a acostumbrarme a esta situación. Mejor tendría que regresar al único envase conocido, pero, ¿cómo hacerlo? Comprendo que si bien había aprendido a manejar a mi cuerpo, nunca había aprendido a manejarme a mí.

Y aunque el único impulso que se me ocurre ahora es buscar nuevamente a mi cuerpo, me siento en contacto con un pasado más grande que no podría definir. Desde el parquet siento la presencia de espíritus flotando alrededor, como patrones de energía que se replican por doquier con la monotonía de su propia esencia, pero a la vez cargados de emociones. Es una sopa de espíritus danzantes, y los miro mejor y descubro que son todos mis fantasmas, los mismos que había logrado olvidar y negar tras largos años de psicoanálisis, que ahora están ahí, todos sueltos mezclándose conmigo, riéndose de que ahora ellos son más reales para mí que lo que había sido mi vida real como persona. Entonces, ya sin poder pensar porque ya no tengo a mi cerebro a mi disposición, hago lo mismo que había hecho con el parquet: uso el único músculo que me compone, hago el único movimiento del que soy capaz: concentro mi atención en mi cuerpo, dejo que me cubra su presencia, y me dejo llevar. Aquí estoy de nuevo, casi como si nada hubiera ocurrido, y les recomiendo a todos quedarse adonde están: ahí adentro de sus cabezas, tranquilos, y no pensar nada raro. Aquí puede hacer algo de frío, pero ahí afuera...

No hay comentarios.: