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Sr. Director: Hace un tiempo que sufro el acoso de un gato salvaje que entra en mi casa, orina las alfombras y causa todo tipo de destrozos, o bien se para enfrente de la ventana de mi habitación y maúlla durante toda la noche sin dejarme dormir.
El gato, por supuesto, es mucho más ágil y más rápido que yo y aún parece conocer mis movimientos porque sólo entra cuando estoy desprevenido. Pese a ello, desde un principio estuve convencido de que mi inteligencia humana me iba a permitir vencerlo, así que desarrollé una serie de trampas y pasé noches enteras en guardia sin dormir. Sin embargo, ya pasaron más de cuatro años y la situación sigue cada vez peor. ¿Qué me aconsejan?
Aníbal de Avellaneda
R. del E.: La lucha entre la razón y el instinto y entre el poderoso y el débil no tiene fin. Aún si usted consiguiera eliminar físicamente al minino en cuestión, en poco tiempo otro gato igual o peor ocuparía su lugar. Sólo podemos recomendarle que continúe luchando, aunque sea en vano.
jueves, agosto 11
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2 comentarios:
Me recordaste dos gatos:
El primero, "T.W.Adorno", el gato de Cortázar.
El segundo, un gato con marca de patíbulo, un cuento de Edgar Allan Poe.
Tchuss!
Qué bueno. El único gato de Cortázar que recordamos en esta redacción es uno que tenía en Saigón, que iba y venía.
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