domingo, abril 17

Psiconautica

DEPORTES

Como seres humanos, el centro de nuestro interés debería estar (según creen los humanistas) en el ser humano, en cada uno de ellos, aunque también deberíamos dedicar nuestras energías a todas las instancias de organización macrológicas como la sociedad y la especie. Cuánto dedicarse a cada cosa es una instancia de negociación en la que siempre estamos embarcados con la naturaleza, una negociación que bien podría verse como una competencia deportiva.

Si se observara a la humanidad desde afuera, quizás daríamos la impresión de haber evolucionado de una manera darwinista: por puro azar. El hecho de que debieran pasar tantas generaciones para realizar ciertos avances parecería indicar que los seres humanos careciéramos de intelecto y voluntad.

Sin embargo, sabemos que hay un ente en nosotros, un ente abstracto que identificamos como "yo mismo" más allá de "mi" cuerpo o de "mi" cerebro, y que ejerce cierto control sobre el mundo, un control en principio limitado a nuestros propios brazos, manos, cuerpo y hasta la elaboración de un pensamiento.

En la náutica convencional, el velero es impulsado por la fuerza del viento y el agua sirve como apoyo, pero es el timonel el que le imprime el rumbo con un movimiento sutil en una sola dimensión (de izquierda a derecha), y es otra voluntad humana la que maniobra las velas para modificar la forma del individuo barco, que por su parte navega como un ser con dos centros de libre voluntad: el timón y las velas, y que es movido por la naturaleza.

Quienes se dedican a explorar sus propias mentes dicen que algo similar ocurre con nosotros, y que nuestros cerebros operan de acuerdo a las más elementales leyes de la naturaleza (en este caso de la química y de la electricidad en vez del viento y el agua), de manera que es uno (quienquiera que sea ese "uno") el que ejerce una sutil decisión sobre su propio cerebro, pudiendo mover apenas el timón del pensamiento hacia un lado u otro, pudiendo ofrecer resistencia al entorno o dejarse llevar por él, y conformando así una historia de viaje que vaya construyendo nuestra personalidad, carácter y destino. Y lo que es peor, dicen algunos psiconautas, es que todas las ceremonias de la naturaleza parecieran contar con un pequeño y sutil centro de decisión propia que les permite influir desde los mínimos detalles hasta el desenlace de un hecho monumental.

Pero quién navega el barco y hacia qué destino se dirige, es lo que todos se preguntan pero ninguna persona ha sabido responder. Mientras tanto, el deporte de la psiconáutica sigue atrayendo a un número cada vez mayor de aficionados que se inducen trances por diversos métodos con la intención de explorar las profundidades de su ser.

No hay comentarios.: