jueves, junio 9

El futuro de verdad

TECNOLOGIA Y SOCIEDAD

Como director del Departamento para la Invención, Innovación, Investigación y Desarrollo de Nuevas Tecnologías que le Cambiarán la Cara al Mundo (conocido como el DII.DNT.CFW por sus siglas en inglés) de la Universidad de Stanford, California, cuento en mi hogar con adelantos tecnológicos que el común de la gente ni siquiera se atrevería a imaginar. Para dar una idea de cómo será el futuro, entonces, describiré simplemente algunas de las funcionalidades de mi moderno hogar en el campus de Stanford, CA.

En cuanto a Internet, lisa y llanamente se convertirá en un gran Cerebro. Será un cerebro público que contendrá la memoria tanto individual como de todas las instituciones que pueblan el planeta. Será una sola Mente Planetaria que contará con la Sabiduría de cada uno de nosotros y con la Memoria de la Humanidad, pudiendo obtener con esa información observaciones que ninguno de nosotros podría alcanzar por sí mismo, y quedando a disposición de todos. La economía ya no será un misterio ya que se podrán observar en gráficos tridimensionales en tiempo real las figuras que va formando el dinero al circular por la sociedad: se podrá observar su liquidez con los ojos, sin necesidad de hacer cálculos, que para eso están las máquinas.

Y así como será una Mente, proyectará dentro de ella un mundo nuevo, virtual, con sus propias leyes de física y su propia arquitectura, en el cual cada ser humano podrá contar con su espacio propio que podrá diseñar y cambiar a su gusto con toda facilidad y sin gasto alguno, así como con un cuerpo virtual al cual también podrá modificar a voluntad.

Gran parte de nuestras vidas se desarrollará en el interior de ese mundo virtual, en el cual pagaremos nuestras cuentas bancarias, incluso iremos a bancos virtuales donde cobraremos nuestro dinero virtual, visitaremos museos virtuales y nos encontraríamos con nuestros amigos y familiares en lugares virtuales de nuestra elección, sin necesidad de salir de nuestras casas físicas. (Esto es actualmente lo que hacemos con mis amigos y los amigos de otros altos funcionarios del DII.DNT.CFW, con quienes vivimos la mitad del tiempo en una realidad virtual y la otra mitad en Stanford, CA.)

El primer paso para llegar a esta situación lo estamos a punto de dar, y se trata de la masivización de las pantallas de plasma de gran tamaño, que para entonces tendrán conectividad independiente a Internet. Cuando esto ocurra, toda familia de clase media tendrá en su cocina una pantalla gigante con conexión permanente en la que siempre estarán visibles sus amigos y familiares mediante la tecnología de los actuales Messengers.

A partir de este momento en la historia ya no estaremos más solos, porque se habrán roto definitivamente las barreras espaciales que nos mantenían separados. Hasta ahora, el teléfono nos traía la voz de los otros, de a una, tímidamente. A partir de ahora podrán estar siempre allí junto a nosotros, on-line, como si viviéramos en una verdadera comunidad. Podremos hablar mediante audio y video con cada uno de ellos o con varios a la vez, según elijamos, así como podremos mantenernos "ocultos" cuando queramos nuestro momento de soledad.

Por su parte, los teléfonos celulares continúan fagocitando elementos tecnológicos, hasta que muy pronto quedará conformado el primer Animal tecnológico que contendrá todos los elementos tecnológicos que nos mantienen conectados y al que ya nada se le podrá agregar. Será nuestra Unidad de Conciencia Suplementaria, cuya información cabrá en un chip que contendrá todo lo que hace a nuestra identidad virtual.

Una vez introducida la pantalla intercomunicadora en nuestros hogares y definitivamente abolidas las distancias, sólo quedará esperar a que nos fusionemos poco a poco en una sola mente virtual, con lo cual las tecnologías nos habrán acercado al concepto teológico de un Dios como la unión de todas las Conciencias, y nos iremos a vivir a un mundo paradisíaco diseñado completamente por nosotros, donde lo único realmente importante será evitar a toda costa que se corte la luz.

Jonathan P. Boholavenieck, en exclusiva para Reportes del Eter

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