martes, julio 12

Supermarket world

CONSUMO

Una de las mayores gratificaciones de mi vida es cuando voy al supermercado a hacer una de las dos grandes compras del mes. ¡Quién dijera que de la tosquedad y sencillez de mis actividades laborales pudiera surgir un aceite tan puro y refinado, unas almendras seleccionadas rigurosamente por trabajadores sometidos, un jabón para la ropa y un detergente tan poderosos como el ejército de los Estados Unidos, unos hisopos perfectamente fabricados, el jamón de un cerdo muy cuidado y bien alimentado, y tantos kilos de otros alimentos y productos más o menos diseñados para el consumo humano!

Los mismos animales a los que en la antigüedad debíamos perseguir para cazarlos, hoy no sólo se encuentran empaquetados en el supermercado sino que compiten activamente entre ellos (mediante artilugios de marketing) para ser escogidos por nosotros. No es que hayan cobrado vida nuevamente, pero sí forman parte de organismos empresariales con nombres y apellidos, con una imagen establecida y con estrategias para competir y ser elegidos como objeto de consumo.

El supermercado también es un organismo, con sus propias estrategias, que aprende y evoluciona con el tiempo. A veces puede dar un poco de impresión o asco que todo esté tan vivo y que las personas, al fin y al cabo, sólo seamos anónimos agentes que modificamos levemente los organismos en los que participamos. Peo así es la vida.

Volviendo al hermoso momento de comunión en el supermercado, en el que humanos, animales, vegetales y empresarios confluyen para devorarse mutuamente, hay algo que me apena especialmente, y es que, en verdad, me gustaría ver a los campesinos productores recorriendo las góndolas y conversando con los consumidores, pero nos dejan solos frente a esos envases fríos y en parte demenciales, donde debemos desentrañar si en cada caso en particular Light significa con edulcorante, o con harina integral, o qué, mientras los únicos seres oficiales que circulan por el supermercado son los "repositores", agentes encargados de mantener con vida a las brillantes epidermis de las góndolas, más otros agentes de seguridad encubiertos, que nos persiguen disimuladamente para vigilar si nos guardamos un sobrecito de sopa instantánea bajo el sobretodo.

El editor de los martes.

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