viernes, mayo 13

Del cerebro II - por una teoría de la voluntad

CIENCIA

Si Internet se parece tanto a un cerebro como dicen, cabría preguntarse quién es el ser individual (quizás virtual desde nuestra perspectiva) que se siente dueño de dicho órgano, quién es el ser para el cual nuestras conexiones intempestivas para leer el diario, nuestros e-mails y nuestros chats se convierten en excitaciones nerviosas que le producen placer o dolor, quién es el ser a quien modificamos el ánimo con nuestro comportamiento y por cuyas acciones individuales a su vez somos nosotros modificados.

Una de las grandes incógnitas de la evolución es cómo hicieron para existir las actuales partes integrantes de un organismo cuando no existía el organismo del cual hoy forman parte. Hoy es fácil encontrar un caso similar para usar de referencia: ¿qué fue de los elementos que hoy conforman Internet antes de que existiera Internet?
La tecnología no fue evolucionando con un plan maestro diseñado por el hombre sino por meros impulsos coyunturales, urgentes necesidades militares, de salud y de ocio. Por un lado se inventó el teléfono, por otro lado el televisor, por otro los tocadiscos. Los inventos por sí mismos se comportaron como si poseyeran voluntades individuales y se unieron en distintos multiprocesadores y protocolos y lenguajes que hoy conforman este cerebro virtual.

¿Hay un plan divino, o tal vez hay muchos planes, como voluntades entrelazadas, que van abriendo a ciegas entre todos un camino que quizás, en la mayoría de los casos esté ya configurado de antemano, como una rosa que está destinada a ser una rosa desde que es semilla, y que será única e individual pero que siempre será ni más ni menos que una rosa?

No hay comentarios.: