NATURALEZA Y COMERCIO
–Bien harían los gerentes de marketing en aprender al menos un poquito de los sutiles mecanismos de la naturaleza para la replicación de sus propias formas –decía esta tarde una señora en la góndola de jabón para la ropa del supermercado–. Yo no sé cómo no le da vergüenza a Skip copiar el paquete de Ala tal cual, pero escuchame una cosa, el mismo fondo azul, el óvalo detrás de la marca, las letras rojas. Mirá, si ahí nomás hay gente que se lleva una marca por otra sin darse cuenta.
Efectivamente, un hombre a nuestro lado recogía un paquete de Skip, pero su hija de 7 años, Sonia, intervino a tiempo y le indicó a su padre que en su casa se usaba la otra marca.
–Gracias, querida –le dijo el padre–. Menos mal que me avisaste.
–Igual son todos iguales, pá –dijo la niña.
–No, querida, sabés cómo me iba a hinchar las guindas tu madre si le llevaba el jabón equivocado.
(Una anciana de mirada vil pasaba entre las góndolas fustigando con un paquete de fideos a su marido, que resoplaba una última protesta antes de continuar bajo el arreo de su esposa.)
–Para mí son iguales –insistió Sonia, quizás dejándose llevar por la imagen exterior de ambos jabones, que efectivamente son casi indistinguibles–. Incluso deberíamos llevar el otro que es más barato.
–No es más barato –la corrigió su padre.
–Sí es, ¿no ves que dice 9 pesos y el otro 8?
–Sí, querida, pero fijate que el de 8 lleva 100 gramos menos, que en proporción es mucho más.
–Ay, bueno, 100 gramos menos es lo mismo –insistía la niña, cuya buena voluntad y falta de experiencia matemática la hacía presa de los más bajos artilugios del márketing de la higiene textil. Pero su padre no hesitó en mostrarle, con la gravedad de su actitud, la manera correcta de actuar de un ciudadano responsable, y a voz en cuello le espetó:
–¡100 gramos son 100 gramos, querida!
Para otra oportunidad quedarán las consideraciones sobre el daño ambiental y el maltrato laboral que rodean al mundo de los productos para el lavarropas del hogar.
sábado, mayo 14
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