SOCIEDAD
Aquí se puede leer el apasionante relato de una lucha despiadada entre una señora canadiense sin demasiados recursos económicos y un hongo que avanza por su casa inutilizando muebles, causando enfermedades y provocando que las visitas la consideren sucia.
Como la casa es subsidiada por el Gobierno y el hongo aparentemente apareció por culpa de unas ventanas baratas y mal colocadas, la señora llama a un empleado del Estado que –al igual que el personal de las multinacionales– se muestra poco colaborativo, no ve el hongo y encima le sugiere que mejore sus hábitos de limpieza.
El médico alergista, por su parte, le dice que padece una alergia, le receta carísimos limpiadores al vacío para el hogar y también le insiste en que lave sus ventanas regularmente con lavandina. Actualmente su vida corre peligro, y cada vez que pide ayuda le sugieren que compre algo más caro. Finalmente un médico le receta una mudanza, y parece que en el siguiente post la mujer consigue que el Gobierno acceda a cambiarle la casa.
Con perseverancia, algunas cosas se consiguen. Al menos en Canadá.
lunes, mayo 30
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